sábado, 5 de octubre de 2013

Gravedad. (Gravity movie.)

Imagina estar a 600km sobre el planeta tierra. Rodeado de una monótona oscuridad.
No hay nada que pueda transmitir sonido.
Tampoco hay presión atmosférica.
No hay oxígeno.

La vida en el espacio es completamente imposible.


-¿Dónde tiene su casa doctora Ryan Stone?
-Leift Zurich, en Illinois.
-Hay alguien ahí abajo mirando hacia arriba, pensando de usted.
-Tenía una hija. Una niña con el pelo castaño. Dile que no voy a rendirme.

La última vez.

Me encuentro solo en el comedor. Hace frío y las mantas apenas ayudan. Sujeto una taza de café con la que intento ganar algo de calor dando pequeños sorbos aunque no dan ningún resultado. Como he podido notar ya no estás aquí.

Estoy en frente de tu puerta, como otras muchas veces antes. No estoy seguro de cómo llegué aquí, pero todos los caminos me llevan a esta dirección. A lo mejor es que te sigo querido o tal vez me siento culpable por haberte perdido.

Supongo que estarás en casa, en tu habitación, sin nadie. Solo tú y aquella guitarra vieja donde cantabas tus propias canciones que se convertían en nuestras melodías de la noche. Es como si abrieras tus ojos delante mía y todo el sentimiento se haya esfumado. O como si esto no hubiera pasado y me estoy quemando por dentro. No hay pasado, ni siquiera explicaciones. Solo eramos tú y yo.

Esta es la última vez que te pido esto. Tu nombre es el primero de mi lista de la que pienso a cada momento. Es la última vez que te pregunto ''¿Por qué consigues romper mi corazón con un simple parpadeo?''

Estoy en tu puerta otra vez, como otras muchas veces. Usaba mi mejor disculpa. Pero tu estabas allí detrás de aquella puerta para poder verme marchar sin un adiós de despedida. Todas aquellas veces que me dejaste entrar, solo me sirvieron para volver a irme. Despareces cuando llego y apareces cuando me voy. Supongo que todo sería mejor así.

Tu me decías ''Esta es la última vez en la que me dices que estoy equivocada.'' Yo te decía ''Esta es la última vez que te digo que has sido tu todo este tiempo.'' Luego me dijiste ''Esta es la última vez que te dejo esperando en mi puerta'' Y yo conteste ''Esta es la última vez de nuestra historia, ya no te haré más daño.''


viernes, 4 de octubre de 2013

Los verdades héroes.

Recuerdo cuando ibas caminando por aquellos estrechos pasillos que comunicaban nuestras habitaciones mientras pasabas tu diminuta mano por cada rincón de cada uno de ellos. Tenían un color blanco como la nieve. A ti te encantaba la nieve. Aquellos días donde nuestra única preocupación era esquivar las bolas de nieve que lanzabas con tu más inocente fuerza.

Ahora estás corriendo con la misma alegría de siempre, con la misma sonrisa de siempre. Tu carisma y tu personalidad fueron completamente una obra maestra. Eras genial, lo tenías todo, un mundo por delante. Una vida entera con millones de deseos por cumplir.

Recuerdo cuando caminabas con tus pies descalzos, bajando por las escaleras del pasillo. Una a una como tanto te gustaba a ti. Recuerdo tu pequeña risa mientras jugábamos con tus coches de carreras en la cocina antes de que nuestra madre terminara la comida.

Te quiero como ir hasta la luna y volver.

Recuerdo tus ojos azules mirando fijamente los míos intentando no soltar la más mínima sonrisa para ganar el juego. Eramos como si tuviésemos un club secreto. Te recuerdo bailando antes de entrar en la cama. Después saltabas encima mía y me despertabas entre risas. Todavía puedo sentir como me tomas la mano, cuando era tan feliz siempre que has estado aquí. Mi pequeño hombre.

No puedo olvidar aquel momento en el que te peleaste tanto contigo mismo, como si fueras un gran soldado.  Estábamos cubiertos de camillas y unas pálidas paredes rodeadas de cortinas blancas. Tú estabas tendido en la camilla después de tu gran pelea aunque tu no tuvieras la culpa. Recuerdo que en ese momento me incliné y te susurré al oído: ''Vamos cariño, vamos a volar lejos de aquí.''

Pequeño, tu fuiste mis mejores cuatro años.

Recuerdo el viaje a casa con la cegado completamente por la esperanza de que estarías bien. Pero todo acabó con llantos y gritos que decían ''¿Por qué?''

Flores amontonadas de la peor manera posible en aquel lugar donde nadie sabía que decir aunque todo se resumían en lágrimas acerca de mi pequeño guerrero que murió.

Pronto iba a ser Halloween, podrías haber hecho lo que quisieras si aún estuvieras aquí. Recuerdo el último día que te vi, cuando besé tu cara y te susurré en el oído. ''Vamos cariño, vamos a volar lejos de aquí. Lejos de esta habitación llena de cortinas y de este hospital gris. Vamos a desaparecer.'' Las lágrimas interrumpían mis palabras.

Estaba parado en tu armario observando tus diminutos chalecos con los que ibas a jugar con la nieve mientras deseaba que estuvieras aquí de nuevo conmigo y poder verte crecer como un campeón. Intentando que pase un milagro. Un milagro que sería pasar un momento contigo.

Levantaste tu pequeño brazo tan debilitado en aquella camilla de hospital mientras hacías tu última caricia sobre mí cara y me limpiabas las saladas lágrimas. Me dijiste que me esperarías en la nube más grande del cielo porque fui sus mejores cuatro años vivimos mientras me dabas una pequeña hoja. Era un gran dibujo en un pequeño folio doblado donde estamos todos juntos rodeados de nieve y con un titulo de tu más infantil caligrafía. ''Os quiero como ir hasta la luna y volver.''

''Los verdaderos héroes son los que luchan por conservar su vida mientras intentan ver felices a sus seres queridos.''

Ronan.


Vuelve, quédate conmigo.

Tumbado en mi cama con la mirada perdida en el techo mientras toco el otro lado frío de la cama con una pizca de tristeza y otro poco de añoranza. Intento levantarme aunque todo lo que desearía es refugiarme entre las sábanas cálidas esperando un beso de buenos días en vez del horrible zumbido del despertador.

Lo dijiste de una manera simple, a las cuatro de la mañana del segundo día. ''Que raro es que no te conozca en absoluto, pero te quiero.''

Nos encontremos con un largo adiós mientras cruzábamos miradas. Ojos verdes contra ojos azules. Que mala combinación. Un último beso y tomabas tu vuelo. Tu intentabas perder el tiempo de una forma bastante disimulaba. Yo sabía que no quería coger ese bien y que preferías quedarte conmigo.

Justo cuando pisaste las escaleras de aquel vuelo estaba a punto de romperme por dentro. Me dije a mi mismo que no pensara en eso. Pero mi mente empezaba a reproducir cada momento más rápido que el avión en el que estabas. El avión despegó y tu hiciste tu último adiós lanzando un pequeño beso a través de la ventana del avión. Yo me quedé quieto en el sitio pensando que esto no podía estar pasando. Aquí es cuando el sentimiento se hunde. No quiero echarte de menos de esta manera. Vuelve, quédate conmigo.

Supongo que estarás en Nueva York ya mientras yo intento no echarte de menos de esta forma. ''Vuelve, quédate conmigo.'' es el eco que se repite por cada parte de mi cuerpo.

Durante estos días comenzó el frágil inicio, ese momento en el que puedes saber todo acerca de tus sentimientos porque has perdido a una persona que querías mientras que a la misma vez no sabes nada en absoluto. Pero ya no puedo parar esto. Ya te has marchado, si hubiera sabido esto antes habría cambiado mi forma de actuar y haber sido algo menos indiferente contigo. Porque te merecías lo mejor y no lo has tenido.

Las calles llenas de taxis en movimiento. Ninguno de ellos te puede traerte de nuevo aquí conmigo. Hubiera deseado que me hubieras llevado contigo. Y aquí es cuando el sentimiento se hunde pensando en tus ojos azules como el cielo y una pequeña sonrisa que iluminaría una ciudad entera. No quiero echarte de menos de esta manera. Vuelve, quédate conmigo por favor.

Supongo que hoy estarás ya en Londres. No quiero echarte de menos de esta forma, tu eres la chica de ojos azules con la que me enamoré y yo el capullo de ojos verdes que te dejó ir. Lo único que desearía es que volvieras y te quedaras conmigo.

Lo tuyo fue enamorarme de la forma más genial. Caer desprendido sobre ti sabiendo que nos separa un mundo de distancia.

Mi sentimiento se hunde al saber que no estás conmigo, mientras yo deseo que vuelvas y estés conmigo. No es justo que algo a lo quise tanto como a ti esté tan lejos. No quiero echarte de menos de esta forma. Quiero que vuelvas y te quedes conmigo.

Pronto llegará el día en que te encuentres a otro hombre de ojos verdes pero con una mirada distinta a la mía. Porque yo te quise desde el primer día y lo único que desearé toda mi vida es que vuelvas y te quedases conmigo.

jueves, 3 de octubre de 2013

Lo recuerdo todo demasiado bien.

Voy caminando por la cocina que está completamente fría, recorriendo cada rincón en busca de una taza con un poco de café. Añoro tus pequeñas risas o tus quejas sobre lo caliente que estaba la leche, tus pequeñas caricias o tus besos de buenos días. Lo único que desearía es atravesar esa puerta cada día cogidos de la mano, soportando juntos el frío. Aunque hay una cosa que me hace recordar como si todavía estuvieras en casa, la bufanda azul que olvidaste.

Tu dulce manera de ser, acompañada de tu mirada de ojos abiertos, cantando en un coche con la radio a cien. Perdíamos el norte mientras las hojas de otoño caían sobre nosotros como piezas de un puzzle imposible de resolver. Un pequeño rompecabezas que eramos los únicos que sabíamos la solución. Puedo seguir imaginándomelo aunque haya pasado hace tanto tiempo. Ya sé que es cosa del pasado y la magia se perdió y seguramente eso no esté nada bien. Porque yo no estoy bien en absoluto. Controlando mis impulsos mientras intentas mantenerte fuerte ocultando tu dolor delante de la gente que aprecias. Una mente muy fuerte completamente destruida por dentro.

Aquellas viejas noches tirados en un bar entre bebida y un par de amigos mientras intentaba olvidarte. Me engañaba a mi mismo. Fuiste mi pasado, y sigo pensando que eres mi futuro. La tenue luz de las farolas me daban compañía en la noche mientras agarraba con fuerza aquella bufanda azul que aún conservo. Creía que me daba fuerza mientras intentaba superarlo. Me equivocaba.

Volvimos a encontrarnos de nuevo, en esa pequeña calle nevada de la ciudad donde nos conocimos. Tu casi intentas cruzar en rojo porque estabas mirándome fijamente a mi. El viento golpeaba mi pelo. Tu estabas allí y yo estaba allí. Lo recuerdo todo demasiado bien.

Al llegar a casa me siento el sofá recordando tus pequeños chistes acompañados de una risa nerviosa durante una película romántica. Tus manos agarraban las mías y durante ese momento me sentía bastante feliz. Había un álbum de fotos en la mesa. Tus mejillas se estaban volviendo rojas recordando cuando eras una pequeña niña con gafas en una cama doble. Tu madre contaba historias sobre tus clases de ballet.

Me hablabas de tu pasado pensando que tu futuro era yo.

Ya sé que es cosa del pasado y no hay nada que pueda hacer, pero si pudiera volver recuperaría a esa chica que enamoré. Cometiendo numerosos fallos como intentado olvidarte lo suficiente como para saber por qué te necesitaba, por que eras importante para mí.

Nos volvimos a encontrar de nuevo, en mitad de la noche. Estábamos bailando en la cocina bajo la luz del frigorífico debajo de las escaleras. Yo estaba allí. Lo recuerdo todo demasiado bien. Eramos felices.

Quizás perdimos la comunicación o quizás te pedía demasiado. Pero quizá nuestro amor era una obra maestra imposible de tocar.

Me rompiste en mil pedazos. Corría asustado. Yo estaba allí. Lo recuerdo todo demasiado bien.

Me llamaste de nuevo pidiéndome perdón entre lágrimas y lo único que conseguiste fue romperme como una promesa de tu mejor amiga. Con tanta cruel indiferencia y con la excusa de ser honesto. Me sentí un pedazo de papel desmenuzado en numerosos trocitos que volaban libremente tras el soplido del viento. Lo recuerdo todo muy bien. Desgraciadamente, demasiado bien.

El tiempo no pasa volando aunque me siento paralizado en él. Me gustaría que fuéramos los mismos chicos que antes. Pero aún tratamos de encontrarnos. Después de días de camisetas a cuadros y noches en las que me hacías tuyo. Terminaste enviándome por correo mis cosas. Mientras yo camino a mi casa solo. Pero aún guardo tu vieja bufanda con la que te conocí, quizás fue un error en el correo o una forma de intentar matarme con tus recuerdos. La bufanda de la primera vez que te vi, me recuerda tu joven inocencia. También el olor de ti. No puedo deshacerme de ella porque lo recuerdo todo demasiado bien.

Estamos allí otra vez, en ese momento en el que te quise tanto. Antes de perder la única cosa real que había conocido de ti. Fuiste excepcional, siempre estuviste aquí. Eras mi hombro en la tristeza y mi gran sonrisa en la felicidad. Estabas aquí, lo recuerdo todo demasiado bien.

Intentas cruzar la calle, pero ya es demasiado tarde, me acerco a ti. Me quito la bufanda y la pongo sobre tu cuello con la indiferencia en la que me hablaste por teléfono y con la honestidad de que te sigo queriendo. Me miraste sorprendida con la misma mirada en la que cantábamos en aquel coche. Lo único que te puedo decir es que fuiste genial.